Tenía unos pocos meses cuando murió mi tío José y para mi abuela debió ser una locura.
Esta mañana me he dejado sentir ese acontecimiento familiar en mi corazón y he podido ver, como nunca antes, el impacto que la muerte temprana de mi tío ha tenido en mi familia y en mi propia vida.
Te cuento, mi abuela tuvo un primer hijo, José, que murió muy temprano. Después tuvo un segundo, al que también le puso José, ese es mi padre. Con esto que te explico ya te puedes hacer a la idea de lo que pasó después…
Mi padre nunca se sintió visto por su propia madre, con toda la razón. Y es que mi abuela cuando lo miraba, y sin tener mucha consciencia de ello, no lo veía, veía en realidad a su hijo anterior.
Esto para mi padre debió ser muy doloroso.
Y con los años mi propio padre también fue quedando excluido de su sistema familiar. Excluido como mi tío José, su hermano mayor, el que murió temprano, porque aquella pérdida fue tan dolorosa que nadie pudo elaborarla y se corrió un tupido velo en los corazones de las personas.
Todo esto que te cuento ha tenido un impacto fuerte en mí, aunque a simple vista cueste verlo. Igual que todas esas pérdidas que ha habido en tu sistema, y que han quedado sin elaborar, tienen un impacto en tu vida de hoy.
Un padre que no se siente visto por su propia madre o una madre que no se siente vista por la suya, a no ser que elaboren esas heridas, van a causar heridas sin darse cuenta de ello, incluso tratando de hacerlo lo mejor posible.
Y es en nuestros vínculos más cercanos, como en las relaciones de pareja, donde se abre todo lo que no tenemos resuelto, todas las heridas que traemos de nuestra infancia y de nuestra adolescencia, arrasando con fuerza.
Cuando venimos de sistemas familiares donde hay heridas por elaborar, venimos con heridas. Y esas heridas, si nos las vemos y elaboramos, actúan en nosotras secuestrándonos y nos quitan poder.
Cuando fragüé con María Magdalena la Formación Mujer Guía lo hicimos para que cualquier mujer, viniera con la herida que viniera, pudiera volver a su Centro, vivir desde su Luz y confiar en lo que de ella nacía de forma natural.
Pudiera recuperar su poder natural.
Y es que cuando las heridas nos atraviesan perdemos la presencia en nuestra vida diaria, nos ponemos de “chachas”, nos valoramos poco, nos enzarzamos en peleas desenergetizantes con los “ex”, nos come la envidia hacia mujeres a las que les va bien (aunque nos cueste reconocerlo), o andamos en bucles neuróticos que enferman nuestro cuerpo.
Si sientes que esto que te cuento te resuena de alguna manera, quizás es el momento de hacerte un regalo y dar un paso adelante, aunque te dé miedo.
Te entiendo perfectamente, he pasado por ahí, a mí me daba.
El miércoles 19 de julio comienzo la edición de intensivo de verano de la Formación Mujer Guía y quedan dos plazas para este viaje donde vas a poder:
- Elaborar el para qué de las heridas que llevas y abrirte a integrar.
- Afinar la misión que has venido a realizar.
- Reconocer en ti tu linaje masculino y femenino, y equilibrar ambas energías dentro de ti.
- Sanar la creencia que te impide implementar el autocuidado diario.
- Abrirte a toda la sanación e información que te trae Madre Tierra.
- Reconectar conscientemente con tus Maestros y Guías de Luz.
- Revisar tu relación con el dinero y abrir la puerta de la abundancia.
- Ocupar tu lugar en el mundo y mostrarte sin miedo a eclipsar ni a ser eclipsada.
- Recibir las comprensiones y experiencias necesarias para facilitar círculos de mujeres.
- Y muchas cosas más que no puedo poner en palabras porque sucede a nivel de alma, a nivel emocional, a nivel energético…
Por mi tío José y por todos aquellos que forman parte de tu sistema que, por algún motivo u otro, quedaron excluidos.