Siento que todas las mujeres conectamos con nuestro liderazgo interno a lo largo de nuestra vida, unas para emprender o actualizar nuestro proyecto vital, y otras para emprender y actualizar, además, nuestro propio proyecto profesional.
Como mujeres que somos, y atendiendo todos los frentes que atendemos, algunas, incluso, llegamos a armar y consolidar un proyecto profesional partiendo de cero. Esto es algo que he vivido en carne propia y que se me ha hecho y se me hace muy difícil debido a la sociedad patriarcal en la que habitamos, puesto que los roles están muy establecidos, y las grandes marcas dejan poco espacio a lo cálido y artesanal.
Otras mujeres, en cambio, logran con mucho esfuerzo acciones aisladas como, por ejemplo, clases semanales de yoga, sesiones individuales o círculos de mujeres que, sin ser un proyecto al uso o su principal fuente de sus ingresos, también ponen su misión y sus capacidades al servicio de otras personas.
Emprender en Masculino nos deja secas.
En cualquier caso, cuando emprendemos profesionalmente, nos encontramos con un modelo de Hacer masculino muy extendido, donde las cosas más importantes son los números finales, la toma de decisiones en base a estudios de mercado, o la creación de una imagen corporativa dentro de lo que se considera “serio” para una empresa “seria”.
En definitiva, son aspectos que tienen mucho que ver con poner la mirada fuera de nosotras y poco con ir hacia adentro, y en un lenguaje que nos resulta ajeno y frío para nuestra manera de estar en el mundo como mujeres.
Mientras escribo pienso en una amiga muy querida que emprendió hace años y que lo hizo lo mejor que pudo en su momento. Ella siguió este extendido modelo masculino de negocio, y ha estado transitando durante estos últimos meses un cáncer de mama y una separación.
Me contaba en verano, bañándonos, que este proceso ha sido para ella un despertar muy grande y que se ha dado cuenta de tantas cosas…, que ha hecho un giro radical de vida que le está sentando de maravilla, tanto a ella como a sus hijos. Y es curioso porque lo que ha hecho es “escucharse y respetarse”.
Como mujeres de consciencia que somos, dándole la merecida importancia a los números, no sólo para la sostenibilidad de nuestros proyectos sino para disfrutar de una vida “cómoda”, me siento poco identificada con esa manera de hacer masculina que no contempla áreas tan vitales para nosotras como:
El autocuidado de la emprendedora,
la alineación de nuestro proyecto con la misión de vida para la que hemos venido,
o el apoyo de los Seres de Luz o de las energías de la Tierra para tomar las decisiones de una manera más armoniosa y respetuosa con nosotras mismas, la sociedad y la Naturaleza.
La Mujer Guía: Un modelo que puede inspirarnos
Hace mucho tiempo que pido a la Diosa, de diferentes maneras, que me llegue un modelo que pueda inspirarme para emprender personal y profesionalmente, desde un lugar de escucha y respeto a la mujer que soy, a mi gente y a Madre Tierra.
Y quiero hablarte del despertar del arquetipo de la Mujer Guía, la que conecta con su liderazgo interno para llevar a cabo su proyecto vital o profesional, y que lo hace tomando su Poder Personal desde el Amor hacia ella misma y no desde el enfado, porque se lo usurparon.
Y es que cualquier acción que nazca de nosotras desde el Amor es mucho más poderosa y transformadora que las acciones que hacemos desde el enfado o el resentimiento.
Siento que el arquetipo de la Mujer Guía es aún muy poco conocido, más allá de los espacios del Sagrado Femenino, pero tiene mucho que aportar a las mujeres en general y, a las que emprendemos en particular.
Hoy quiero hablarte de este arquetipo a través de sus 13 acciones. Concretamente dos de ellas me tienen el corazón robado: una de ellas es poner en el centro el Cuidado de la Vida y no la productividad; y la otra es el hecho de emprender alineadas con aquello para lo que hemos venido.
Hoy solo te las nombro para que no se haga un texto largo pero mi intención es irte compartiendo, durante las próximas semanas, de manera más amplia sobre cada una de ellas.
La Mujer Guía camina conectada a su liderazgo interno.
La Mujer Guía, cuando emprende, lo hace desde la armonía entre sus energías masculina y femenina.
La Mujer Guía expande su energía cíclica allá por donde va.
La Mujer Guía se abre a la comunicación con Madre Tierra, reconoce sus energías y se deja sostener por ella.
La Mujer Guía encarna su Misión de Vida y la lleva a cabo de la manera que pactó antes de venir.
La Mujer Guía reconoce que es Luz, y al hacerlo, vive y crea conectada cada vez más a la Luz que es.
La Mujer Guía se cuida y haciéndolo, puede cuidar todo lo que le rodea.
La Mujer Guía genera espacios sagrados para ella o para su comunidad.
La Mujer Guía, precia adecuadamente aquello que crea, sabe que sus manos y su tiempo tienen un valor.
La Mujer Guía puede hacerse visible y también dar a conocer sus creaciones.
La Mujer Guía se para, medita, destila medicina de las experiencias que vive, poda y renace de nuevo.
La Mujer Guía colabora para que la luz de sus “hermanas” brille tanto como su propia luz.
La Mujer Guía comprende que todo y tod@s, estamos interconectados.
¿Sientes resonar la Mujer Guía dentro de ti? ¿Qué impacto tienen en ti sus acciones?… Me encantaría que dejaras un comentario.
Si quieres saber más de la Mujer Guía te invito al próximo taller introductorio de la Formación Mujer Guía aquí
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