Misión de Vida · 18 mayo 2023
Comparto contigo la segunda parte de este artículo que escribí días atrás sobre la misión de vida, y donde ahora quiero explicarte:
- Las 4 cosas que te van a ayudar a alinearte con la misión para la que has encarnado
- Las 5 esencias florales de Bach que te ayudan en esta recolocación
Como venía contándote, es muy probable que ya estés realizando la misión para la que encarnaste porque es para lo que viniste.
Si sientes que, dentro de las dificultades que la vida te trae, disfrutas en general de lo que haces, no tienes que hacer más que seguir caminando, aprendiendo y experimentando tu misión, que no es poco.
Es muy probable que muchas veces, y más allá de los obstáculos que la vida te ponga delante, experimentes momentos de gozo y realización, momentos donde percibas con claridad que todo tiene sentido y que estás ubicada justo en el lugar que te corresponde ahora.
Si, por el contrario, sientes falta de interés por las tareas o trabajos que realizas, si la apatía está muy presente en ti desde hace tiempo, si enfermas con facilidad, si todos los días te parecen iguales y te falta la chispa, si hacer algo incluso pequeño te cuesta un mundo… Es probable que te hayas ido alejando de lo que has venido a hacer y revisarlo te va a hacer mucho bien, te hago esta invitación.
¿Qué puede ayudarte a conectar con tu misión?
El cuerpo nunca miente, lo que en él se manifiesta siempre es cierto, aunque mentalmente y en muchas ocasiones queramos negarlo.
En nuestro cuerpo se alojan todas las vivencias que hemos tenido en el vientre de nuestra madre, en el parto, en nuestra infancia… a lo largo de nuestra vida. Lo vemos porque cuando hacemos algunos trabajos terapéuticos aparecen con facilidad memorias encapsuladas de experiencias traumáticas vividas anteriormente que ni siquiera recordamos a nivel consciente, y que están pidiendo ser miradas y ser elaboradas.
También en nuestro cuerpo está la marca de lo que vivieron nuestros antepasados. Hace algo más de dos años, descubrí en mis lumbares las huellas del abandono que mi abuela materna realizó al entregar a mi madre. Eso me llevó a un largo viaje al Sur de Andalucía en busca de mis raíces maternas y me abrió a nuevos horizontes.
Es en mi cuerpo donde puedo darme cuenta de cuándo una fruta me cae bien, de que tengo hambre, de cuándo un contacto me nutre o me repele, de que necesito dormir o soltarme, de cuándo tengo frío o de cuándo alguien me gusta.
Mi cuerpo también me dice si estoy haciendo lo que he venido a hacer, solo necesito prestarle atención.
Recuerdo hace muchos años, trabajaba de administrativa en un hospital, y los domingos por la noche tenía la sensación de que la casa se me caía encima cuando contactaba con que al día siguiente volvía a lo mismo. Finalmente me armé de valor y me despedí, me estaba muriendo en vida.
¿Qué es lo que te sucede en el cuerpo cuando piensas en la labor que realizas, qué sensaciones te vienen?
Tu cuerpo vibra ante las cosas que tu alma ha venido a experimentar y es algo que no puedes evitar, aunque no recuerdes para qué has encarnado.
Recuerdo también hace mucho tiempo, cada vez que veía una manifestación por la televisión o sabía de encuentros donde muchas personas se reunían para transformar la realidad y ofrecer alternativas, que yo me sentía mal por no estar ahí, intuía que al no ir estaba evitando algo.
Recuerdo perfectamente el día que di el paso. Me fui sola, cogí el metro y me presenté en una concentración por los derechos humanos de cierto colectivo. Una vez que la vi de lejos y a medida que me acercaba, mi cuerpo temblaba de emoción. Sentía tanta fuerza dentro de mí para fomentar un cambio… que no me cabía dentro del pecho.
Ese día pasó algo más que atreverme a seguir mi llamado. Pasó que entré dentro de un flujo, como si de un río se tratase, que me fue llevando a conocer personas y a tener experiencias nuevas, hasta acabar colocándome a mis 45 años en el lugar y misión que pacté antes de venir: el de la transformación social.
He encarnado para acompañar a las mujeres a sanar y ocupar su lugar, fomentando así una transformación social.
No la sabía cuando cogí el metro, ni cuando me fui del trabajo, ni cuando me fui un tiempo a vivir al extranjero, lo fui descubriendo al dejarme llevar por la corriente del río.
¿Delante de qué cosas tu cuerpo vibra, hacia dónde te sientes llamada?
Seguirlo no te va a dar un trabajo con fantástico horario y sueldo fijo, al menos al principio. Seguirlo va a hacer que te encuentres con personas y con experiencias que van a tener que ver, cada vez más, con lo que tú has venido a aprender, con lo que tú has venido a realizar.
Métete en el río siempre que puedas porque la corriente te llevará al lugar que hay destinado para ti.
Por un lado, obviamente es mucho más sencillo hacer ciertos movimientos en una fase de la vida en la que no tienes hijos ni hipotecas, que en una fase en la que tienes personas a tu cargo y compromisos pesados. Aunque siempre puedes hacer pequeños movimientos de alineación.
Y, por otro, generalmente para hacer algo que nos gusta mucho, y para lo que ya tenemos los dones necesarios, tenemos también que enfrentarnos a algo que nos da mucho miedo o nos supone un reto.
Me gusta acompañar a las mujeres a sanar y a ubicarse en su lugar, y para poder hacerlo he tenido que escribir muchos artículos y dar bastantes charlas.
Cuando era pequeña y hablaba con alguien más mayor que yo, me ponía roja, me sudaban las manos y hasta ¡el bigote!. No me atrevía a hablar en una reunión y, si lo hacía, pronunciaba lo mínimo. Fui muy castrada durante mi infancia en mi expresión y estaba segura de que lo que iba a decir era erróneo o no le interesaba a nadie, porque ya todo el mundo lo sabía.
Gracias al trabajo terapéutico, por un lado, y a seguir mi ilusión y mi pasión por otro, finalmente di el paso de dar una charla, y aunque pasé muchísimo miedo mientras la preparaba, y durante los primeros segundos, sirvió para que me lanzara al ruedo.
Hay una diferencia muy grande entre tener miedo y que el miedo te paralice. El miedo es una emoción que tiene una función muy sabia: la de protegerme. No me puedo extirpar el miedo y sería una locura hacerlo. El miedo, por ejemplo, me hace también ser respetuosa con las personas que acuden a mis charlas.
Necesitamos gestionar el miedo para que no nos paralice y eso no significa controlarlo.
Significa abrazarlo, dejárnoslo sentir, ver para qué está, cogerlo de la manita y dar la charla, a pesar de todo.
* ¿Qué es aquello que tanto te gustaría hacer y que el miedo paralizante te lo impide?
* ¿Qué estás evitando no haciendo eso que te llama tanto?
* ¿Qué es lo peor que puede suceder si das el paso y lo realizas?
Tengo mucha experiencia en hacer cosas que no me hacen vibrar, en realizar aquello que, sobre todo para los demás está muy bien visto pero que para mí resulta, desgraciadamente, CANSADO o AGOTADOR.
Es verdad que para hacer lo que he venido a hacer necesito transitar ciertos miedos o enfrentarme a algunos retos, pero si me empeño en algo que casi siempre me resulta cansado, que me pide esfuerzos continuos o que no enciende la llama de la pasión y de la ilusión dentro de mí, me estoy equivocando de camino.
Si algo no sale, igual es que no toca.
Es una locura vivir ahora sufriendo y esperando al día en que me licencie, esperando al día en que me jubilen, esperando al día en que… No es por ahí, es más fácil.
Si soy capaz de soltar las metas rígidas que me he marcado, que muchas veces no nacen de mi verdadera esencia, entonces puedo abrirme a lo inimaginable que me trae la vida.
La vida es la mejor terapeuta que existe, nos va trayendo las experiencias que necesitamos para aprender las lecciones verdaderas e importantes.
Y fíjate también en algo muy simple: Si la vida me trae limones, igual es que tengo que hacer limonadas.
¿Lo que estás haciendo diariamente enciende la llama de la pasión dentro de ti?
¿Te resulta muy agotador?
¿Hay cosas que la vida te trae y que no tomas porque supondrían una distracción para las metas que te has marcado?
Como seguramente ya sabes, las esencias florales de Bach creadas por el Dr. Bach durante los años 30 del siglo pasado, es un sistema de tratamiento natural que contribuye a armonizar las disfunciones que tenemos a nivel físico, mental, emocional o espiritual.
De las 38 esencias de las que dispone el sistema, cinco de ellas ayudan especialmente en el camino de alinearse con la misión para la que hemos encarnado y son:
- Cherry Plum: Esta esencia nos ayuda a soltar la rigidez y a conectarnos con el fluir del río de la vida. Nos va llevando a encontrarnos con las personas y las experiencias que necesitamos para alinearnos. Ayuda también a que nos pongamos en contacto con aquello que nos hace vibrar a la vez que facilita que pierda fuerza aquello que nos hemos propuesto como meta y que, en realidad, tiene poco que ver con nuestra esencia y con la lección que hemos venido a aprender.
- Chestnut Bud: Hace que nos abramos al aprendizaje y evita que volvamos a caer en los viejos errores que nos alejan de tanto nuestro camino, una y otra vez.
- Crab Apple: Es para ver nuestra propia luz, para estar en contacto con la luz que somos, y conectarnos con la autoestima de llevar a cabo nuestra misión de vida.
- Larch: Nos conecta con la autoestima de llevar a cabo nuestra misión de vida y con la confianza suficiente para realizar todo este proceso.
- Wild Oat: Es la esencia reina para encontrar nuestra misión de vida y conectarnos a ella. Deberíamos tomarla todos y siempre, para estar afinados con lo que pactamos antes de encarnar, y poder llevar a cabo nuestro plan.
Si decides aceptar la invitación de alinearte con lo que has venido a hacer, éstas cinco esencias pueden apoyarte especialmente durante el proceso. Te recomiendo que las tomes durante un mínimo de tres meses y que tengas acompañamiento terapéutico para poder recoger y elaborar todo lo que se te va a ir abriendo en el camino.
Si sientes que quieres hacer este trabajo con mi acompañamiento y junto a un grupo de mujeres, te invito al próximo retiro de la misión, lee la información aquí.
Muchas gracias por la confianza.
Estaré encantada de leer tus comentarios sobre este artículo.
Un abrazo,
Carmen
PD: Si estás interesada en un proceso más largo y profundo, de crecimiento personal, lee aquí toda la información de la Formación Mujer Guía.
Ya tienes disponible la tercer parte de este artículo: ¿Cómo puedes saber si tus propósitos están alineados con tu Misión de Vida? Parte III
2 comentarios en «¿Estás llevando a cabo tu misión de vida? Parte II»