Feminidad · 04. mayo 2017
Deseo seguir expandiendo mi consciencia, deseo seguir dándome cuenta de mis zonas ciegas, aquellas en las que dejo de verme y de cuidarme, aquellas en las que dejo de ver y de cuidar al otro. Deseo seguir leyendo, viajando –lo que pueda-. Deseo seguir viendo películas y documentales. Deseo seguir recibiendo formaciones, talleres y cursos. También deseo seguir ayudando, apoyando en lo que pueda, de manera respetuosa a las otras personas.
Y todo ello, ahora desde lo Femenino, por favor.
No quiero con esto ahondar en la brecha que separa hombre y mujer, ni deseo alimentar bandos, no me peleo con lo Masculino ni con el hombre. Tengo un hijo varón y elijo transmitirle el respeto a la diferencia y el camino de la integración. Mi hijo el día de mañana será un hombre y anhelo que integre su parte masculina y su parte femenina. Por supuesto el hará lo quepueda o lo que le dé la gana.
Intuyo además que el verdadero crecimiento tiene que ver con incluir en lugar de rechazar o despreciar. Y que la expansión del corazón se consigue al darle un lugar a todo aquello que está excluido.
Todo lo que he hecho hasta ahora ha sido desde lo Masculino:
La escuela a la que fui de pequeña, el instituto, la universidad, los trabajos que encontré, las formaciones que realicé más tarde… todo ello estaba teñido profundamente, estaba tejido hondamente, desde la perspectiva Masculina. Desde una perspectiva masculina que ha sido pervertida, desequilibrada y desmesurada, no desde el principio masculino maduro y consciente.
Y ese masculino desmesurado fue sembrado y alimentado en mí, y es un masculino que nos posee a todos, hombres y mujeres.
Se ve a simple vista en cómo caminamos de un lado a otro sin enterarnos de nada, en cómo producimos la mayoría de nuestros alimentos, en cómo hacinamos a los animales que nos comemos, o en cómo vivimos los duelos o las pérdidas, totalmente desconectados.
lo veo claramente en mí cuando…
Compito, sobre todo con las otras mujeres, en lugar de colaborar.
Cuando me oriento hacia la meta –hacia aquello que tengo que hacer- sin dejarme sentir los encuentros que se van produciendo por el camino. Sin darle el tiempo y la presencia a lo que inesperadamente me trae mi hijo, una amiga o un vecino del barrio.
Lo veo en mi cuando hay algo que me está preocupando o doliendo y me evado poniéndome a hacer cosas para no dejarme sentir o yéndome a la alegría eufórica que me anestesia.
Lo veo en mi cuando me equivoco en algo y en lugar de dejarme sentir la tristeza que me produce, me machaco con la culpa. Entonces esa experiencia se queda como una mala experiencia en lugar de convertirse en una historia medicina, de la que yo aprendo, de la que puede transmitir.
Lo Femenino no está casi presente en mí ni en el mundo.
Esto del masculino desbordado e inmaduro no es de esta generación pero tampoco es que los seres humanos seamos así, o que esta sea nuestra naturaleza -como dice la gente por la calle-. No, esto vino con el patriarcado hace 6000 años.
¿Qué entiende por Femenino el Patriarcado?
Para el patriarcado, lo femenino está representado por una mujer coqueta, sensual, dócil o sumisa. Vamos, una imbecilidad que nos hemos tragado. El principio Femenino, habla en realidad de: Receptividad, introspección, acogimiento, naturaleza, profundidad, abrazo, creatividad, sagrado…
¿Cómo salimos de esto?
Podemos salir del patriarcado –pero es mucha faena– estarás pensando. Si, es cierto, y sales en el momento en que te haces consciente de que vives mayoritariamente desde el masculino:
Ese que se dirige a la meta sin ver lo que sucede por el camino, sin sentir ni escuchar lo que hay alrededor, contaminando todo lo que encuentra a su paso, desde una postura corporal rígida y una mirada utilitarista, desconectado de la sabiduría corporal. Ese que está en mi, y que si paras a observarte, también lo encuentras en ti.
¿Y quién puede traer al mundo lo Femenino?
Preferentemente las mujeres ya que tiene más que ver con nuestra esencia. Y en esencia, somos cíclicas.
¿Conoces, comprendes y manejas tu ciclicidad?
Cada mes, entre sangrado y sangrado –aunque ya no sangres– pasas por varias fases… Experimentas desde tener muchísima energía y decisión, en algunos días, a tener la auténtica necesidad de quedarte en casa, recibir cuidados y mirar hacia dentro.
Como la Madre Tierra, tú también tienes 4 estaciones, en este caso dentro del mismo mes.
Hacerte consciente de lo que vives en cada fase, dejártela sentir, comprender la función que tiene, tomar aquello con lo que te conecta, aprovechar el potencial de esa fase para tus proyectos, abrirte a ser mecida por el movimiento de tus aguas rojas, dignificar tu útero, relacionarte con tu cuerpo desde una mirada amable, tiene que ver con tu ciclicidad y con recuperar lo Femenino en ti
Tiene que ver con quererte, empoderarte, abrazarte y maternarte. Y esto se traduce en tu vida, en un caminar más confiado, en un trabajo más creativo, en unas relaciones más nutritivas…
“No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas”
Mary Wollstonecraft
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