Feminidad · 11. enero 2019
¿Sientes que algunas personas te quitan tu poder o que, delante de ellas tú lo pierdes?
¿Dices que NO siempre que lo necesitas?
¿Tomas tu autoridad cuando la situación lo requiere?
¿Escuchas tu sabiduría interior y te dejas guiar por ella?
Te escribo desde el comedor de casa y hoy lo hago para invitarte a reflexionar juntas sobre el tema del Poder, y la relación entre la Mujer y el Poder
Te confieso que, en ocasiones, yo cedo mi poder, me callo el NO, tengo dificultad para tomar mi autoridad, y no siempre soy capaz de escuchar mi voz interior. Y estoy segura de que te sucede algo parecido, como a todas las mujeres que conozco. Realmente, es un tema en el que las mujeres necesitamos ahondar.
En los últimos tiempo parece que se ha puesto de moda el concepto de empoderamiento femenino. Intuyo que todos los discursos y propuestas que me llegan, que son bastantes, tienen el objetivo de ayudar verdaderamente a la mujer, y también es cierto que echo de menos una profundidad en el abordaje del poder, un compromiso verdadero y consciente con el asunto del empoderamiento de la Mujer.
Desde luego, empoderarse no es tomar el poder sobre nadie, mandar más que otros o tener éxito. Se trata más bien de acoger y sostener el propio poder. Algo que todas las mujeres necesitamos hacer en algún momento de nuestra vida, y además uno de los retos más difíciles a los que nos enfrentamos por los 4 motivos que te explico más abajo.
Iniciar el proceso de empoderarse es necesario porque solo cuando lo comienzo puedo empezar a poner fuera de mi la “medicina original” que llevo dentro. Es decir los dones, talentos y virtudes que traigo de serie, y que me van a servir para enfrentarme a las lecciones que la vida me depara y para cumplir los propósitos con los que vengo.
Te lo explico con una vivencia personal: Durante gran parte de mi vida escuché de los adultos cercanos, críticas sobre mi manera de hacer las cosas o sobre las capacidades que yo tenía, en todo ese tiempo yo me consideré una mujer nada creativa y con pocas habilidades. Más tarde, y por una gran necesidad, me abrí a un profundo proceso de terapia y de la mano de mi terapeuta, pude comenzar a reconocer ciertas capacidades que poseía, practiqué poner límites, comencé a ejercer mi autoridad en algunas situaciones…
Y resulta que, en la medida en que fui haciendo este proceso y como por arte de magia, fui ocupándome con trabajos más apropiados para mi, inicié una relaciones más auténticas -incluida la de pareja-, me abrí a procesos creativos y creé mi propio proyecto… Con el tiempo he visto claramente que todo esto pudo suceder, porque yo emprendí el proceso de empoderarme. Y al hacerlo, todos los dones y misiones que guardaba dentro de mi, comenzaron a salir al exterior en forma de palabras, de acciones, de textos, de gestos, de talleres, de cantos…
Tomar tu poder te ayuda, poco a poco, a ubicarte en la pieza exacta del gran puzzle del universo, a situarte en el lugar concreto que hay para ti y a cumplir tu misión.
Tomar tu poder te ayuda en la verdadera evolución del alma.
1. Como sabes, habitamos en un estado de consciencia patriarcal donde lo Masculino parece que es lo único verdadero y lo Femenino es visto como poco valioso. Tomar el propio poder en esta sociedad, si eres una mujer, exige de grandes dosis de confianza, coraje y valor.
2. Desde que éramos pequeñas nos hemos visto obligadas a ocultar nuestro poder para sobrevivir. Esto lo has hecho para ser aceptada por tus padres, por tus profesores, por tus superiores en el trabajo… De alguna manera, te has negado a ti misma para ser aceptada. Romper este hábito una vez que ya está integrado en ti, una vez que lo has desarrollado como estrategia de vida, es muy difícil. Incluso ver con claridad éste hábito es tarea ardua, y sin verlo es imposible comenzar a gestionarlo.
3. Ser una mujer poderosa en esta sociedad patriarcal tiene muy mala prensa, suena a que eres una mujer fría, manipuladora o seductora, alguien en quién no se puede confiar verdaderamente.
4. Cuando una de nosotras toma su poder, muchas otras mujeres comenzamos a criticarla, a excluirla o a rechazarla. Esto sucede porque sentimos miedo a dejar de ser valiosas para el Hombre si somos comparadas con ella. Y para “anularla” como rival, lo que hacemos es criticarla, excluirla, hacerle el vacío…
No nos damos cuenta que, en realidad, cuando una mujer toma su poder, facilita que cada una de nosotras lo tomemos. Cada vez que otra mujer se empodera, yo estoy más cerca de empoderarme. Su empoderamiento ayuda a mi empoderamiento. Sin duda esa mujer es una inspiración, nos muestra direcciones diferentes y un horizonte nuevo.
Si comprendes esto de manera profunda, te darás cuenta de que ya es tiempo de dejar esta práctica que tanto daño nos hace y que nos lo pone aún más difícil para ser quienes somos en potencia. Seamos como “parteras” y ayudemos al nacimiento de mujeres empoderadas en nuestras hermanas, en nuestras amigas, en nuestras compañeras de trabajo… Hermosísimo sería ver mujeres empoderadas en todos los lugares.
Una terapeuta muy querida -gracias Pepa-, me dijo en una ocasión: ¿Sabes lo que es la envidia, Carmen? La envidia es querer lo que el otro tiene sin pagar el precio que cuesta. Me encantó y es totalmente cierto.
Te animo a pasar de la envidia a la admiración y a ponerte manos a la obra para construir tu empoderamiento, podemos hacerlo juntas.
Todas las mujeres que conozco necesitan seguir creciendo en su proceso de empoderamiento porque cojean de alguno de los aspectos fundamentales que conforman el abanico del poder. Te cuento cuáles son:
- El poder personal, cuando has tomado plenamente este poder -que es todo un proceso- puedes decir que NO, puedes poner límites cuando lo estás necesitando y puedes hacerlo sin sentirte culpable.
El poder personal tiene que ver con aprender a marcar las líneas fronterizas que tu necesitas, tiene que ver con confiar en la información que te llega de dentro y te dice: Esto no lo quiero o de esto ya no quiero más. En la medida en que te amas a ti misma y pones esos límites, vas aprendiendo a mantenerlos desde tu propia sabiduría, lidiando con la culpa cuando pueda surgir.
Y al no operar desde la culpa, como tantas otras veces has hecho, vas convirtiéndote en una mujer más auténtica. Soltando el rol de niña buena que tanto daño te hace a ti mientras que complace al resto, a la vez que va creciendo tu visión interna y tu intuición.
- La autoridad, reconocer y manejar este poder te asistirá para que lideres cuando sea necesario, en lugar de no hacerlo o de hacerlo desde un lugar autoritario.
Muchas de nosotras tenemos problemas a la hora de “tomar el mando”. O no lo tomamos o acabamos tomándolo de manera autoritaria cuando ya nos sentimos completamente desbordadas por las circunstancias. Yo misma me he visto en estas circunstancias durante la crianza de mi hijo.
Acompañando a bastantes alumnas dentro de la formación Mujer Consciente, y he podido ver muchas mujeres con conflictos con este poder. Casi todas ellas habían tenido o una madre autoritaria o un padre autoritario. Y para no comportarse como éstos padres se comportaron, éstas mujeres decidieron en algún momento, consciente o inconscientemente, no tomar el mando para no hacerlo como lo hizo ese progenitor autoritario.
¿Pero que les sucede entonces a éstas mujeres? Que al no explorar el tema del mando o del liderazgo, no aprenden con respecto a este poder, y no acaban nunca de integrarlo.
Cuando yo no tomo mi autoridad lo que hago, en realidad, es proyectarla sobre otra persona, de alguna manera me pongo por debajo de esa otra persona. Y es cuando decimos: !Es que Pepita me manda! o !Es que Manolo me quita la autoridad!
Nadie, absolutamente nadie tiene el poder de quitarme la autoridad a no ser que me ponga un cuchillo en el cuello, o a no ser que yo se la ceda. Y casi siempre es que lo cedemos. ¿Para qué la cedemos? Para que el otro sea el responsable de las cosas si no salen bien. Cedemos la responsabilidad a los otros para no tener que responsabilizarnos de nuestra propia vida.
Es un mecanismo al que las mujeres debemos estar muy atentas, porque a la que cedemos el poder nos colocamos directamente en el lugar de víctimas, y es un rol de mucho sufrimiento. Toma tu autoridad y saldrás del rol de víctima
Una mujer que asume su propia soberanía, en todas sus dimensiones, deja de ser una victima para convertirse en la artista creadora de su propia vida. Albergando dentro de sí misma la fuerza de la tierra y la espiritualidad del cielo. Irradiando autenticidad, amor y sabiduría a su alrededor.
- La confianza en las capacidades, éste aspecto te otorgará el poder de reconocer tus propias capacidades, moverlas, desarrollarlas y mostrarlas.
A la mayoría de mujeres que conozco les cuesta reconocer las capacidades que tienen. O dudan permanentemente de tener esas aptitudes o habilidades, o las minimizan. En cualquier caso, no pasan a la acción de poner sus capacidades en movimiento.
El origen suele estar en que los talentos concretos que tienen no han sido valorados en la escuela a la que han acudido, o en el sistema familiar del que forman parte, y por tanto éstas mujeres no reconocen su propio potencial o sus propias destrezas como algo valioso. Muchas veces el reconocimiento solo sucede cuando alguien nos lo señala desde fuera. Cuando alguien reconoce nuestros dones, los considera y los respeta. Que importante que resulta en este caso, que las mujeres seamos capaces de reconocer los dones de otras mujeres, y nos lo expresemos.
Cuando yo no veo las capacidades que tengo me va a costar mucho arriesgarme a dejar un trabajo que no me llena, aventurarme a salir de una relación en la que no vibro o no me siento amada, y no hago nada de esto porque creo que voy a fracasar.
Cuando yo empecé a dar talleres sentía mucho miedo porque no me creía capaz y no me había formado en dar clases, ni hice magisterio, ni me consideraba muy buena argumentando…
¿Qué me ayudó?
Reconocer la capacidad que tengo de dar conciencia a las circunstancias que voy viviendo, de ver el aprendizaje que saco de las experiencias que me van sucediendo. Entonces, a la hora de dar los talleres, me apoyaba en esas experiencias personales para ir explicando los conceptos, los temas…
Y tomando esa capacidad que sí tengo, fui desarrollando la habilidad de dar clases. Por más miedo que me daba. Reconocer esta capacidad me permitió moverla, y al moverla adquirí recursos nuevos, tomé confianza y fueron desvelándose otras capacidades que estaban ocultas en mi, y siguen aflorando.
Aunque tengo propuestas concretas que ayudan a las mujeres a tomar este poder, es verdad que no tengo ninguna varita mágica, y siento que ayuda muchísimo afrontar los retos como una oportunidad de crecimiento y de evolución, en lugar de hacerlo en términos de éxito o de fracaso.
- La sabiduría interna, para que puedas conectar fluidamente con tu maestra interior, escucharla y vivir de acuerdo a los mensajes que te va dando.
¿Cuántas veces te ha llegado una información en forma de intuición, o en forma de certeza que te atraviesa?, ¿Una información que luego ha resultado ser cierta o que te ha resultado útil?, ¿Has tenido la desagradable experiencia de recibir una información de tu maestra interior y hacer justo lo contrario, y darte cuenta después de que desoíste tu sabiduría?
El Dr. Bach, el creador de las esencias florales, decía que todo el verdadero conocimiento viene de nuestro interior, en silenciosa comunicación con nuestra propia alma. En lo profundo de ti están todas las respuestas. La dificultad radica en que suele darnos miedo entrar en el silencio de nuestra propia alma, o en que nos da miedo seguir los mandatos que nos dicta porque, en ocasiones, supone tomar decisiones incómodas o salir de nuestra zona de confort.
Una de las tareas en las que me centro con las mujeres que acompaño es ayudarlas a conectar con ellas mismas y escuchar los dictados de su alma, su propia sabiduría, porque realmente es lo único que necesitan. No me necesitan a mi, se necesitan a ellas, necesitan recuperar su propia brújula.
Escuchar nuestra verdad y nombrarla, es también llamado por las culturas indígenas como “hablar con la lengua del espíritu”, ¿No te parece precioso?
- Reconocer el poder de los otros, es la capacidad que te permite aprender a respetar el poder de los otros, tanto de los adultos como de niñ@s.
Es un poder en el que tod@s necesitamos crecer para no relacionarnos desde la manipulación, desde la imposición, desde la tergiversación… Y es algo que hacemos muy a menudo, sin tener consciencia de ello, y tiene muchas más consecuencias de las que vemos a simple vista.
Mi hijo de 8 años está, lógicamente, cada vez más interesado en su padre, y menos pendiente de mi. Además, es cada vez más autónomo. Depende de mi, que nuestro hijo pueda vivir este proceso de “independencia” de una manera sana. A mi me toca soltarlo, confiar en los cuidados que otras personas van a darle. Claro, que no lo harán igual que yo, y !!menos mal!! así podrá nutrirse de otras cosas.
Y también a mi me toca confiar en el poder de su padre, en la manera en que su padre le va a orientar en ciertas cosas.
Y me toca aguardar pacientemente a que Pau resuelva ciertos asuntos por él mismo. Obvio que si se las resuelvo yo acabamos antes. Pero entonces le robo el poder y le robo la posibilidad de experimentar, lo hago tonto
A cada mujer nos quedan aspectos por elaborar y por integrar de éste abanico de los 5 poderes. Llevo tiempo trabajando con mujeres y he encontrado alumnas que eran capaces de decir que no, pero no podían hacerlo desde la autoridad. También he tenido mujeres que podían poner sus propios límites pero no lograban ver y respetar los límites de los otros. Ha sido muy hermoso para mi y para ellas, ver por qué poder tenían que comenzar a elaborar su abanico.
Para empezar, te propongo que tomes consciencia de cuál es el primer poder que necesitas mirar, que tomes consciencia de cuál “cojeas”. Y si te animas, escríbeme para contármelo a info@mujerconsciente.org
¿Te gustaría saber más sobre el proceso de Empoderamiento?
¿Te animas a elaborarlo conmigo en el Taller “Mujer y Poder”
Me encantaría acompañarte en este proceso, dentro del taller Mujer y Poder, donde estaremos acompañadas por los Seres de Luz Madre María y María Magdalena. Gracias por tu confianza.
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