Otros · 28. agosto 2017
Si eres terapeuta o acompañante de personas en procesos de crecimiento o de sanación seguro que te habrás preguntando alguna vez:
¿Qué puedo hacer para que el cliente, después de la primera sesión, se comprometa en un proceso terapéutico?
¿Cuál es el ingrediente fundamental que va a permitirle a esa persona el cambio o la comprensión de sus asuntos?
La relación terapéutica, la relación que establezcas entre esa persona y tú
Lo auténticamente transformador y sanador de la terapia no es tanto la utilización de una técnica concreta o de una disciplina determinada como creemos muchos terapeutas al comenzar. Lo auténticamente sanador es la relación que se establece entre las dos personas que se encuentran en el espacio terapéutico, en ese espacio sagrado. Y dentro de ese espacio, es de vital importancia que el terapeuta reconozca y maneje los elementos que van a ir apareciendo en ese encuentro a lo largo de las sesiones.
¿Entonces, no es suficiente con que el terapeuta esté formado en una disciplina concreta y tenga buena intención, para que el proceso resulte exitoso?
No, además es necesario que el terapeuta tenga consciencia.
Y esto es así porque cuando damos terapia, cuando acompañamos a otros en sus asuntos, ponemos en marcha sin darnos cuenta toda nuestra personalidad mecánica, todos nuestros mecanismos automáticos inconscientes. Y si no los manejamos adecuadamente, vamos a contaminar la relación terapéutica.
¿Pero… yo como terapeuta puedo estropear el proceso del cliente?
Por desgracia, si
Frecuentemente el cliente aborta el desarrollo de la terapia porque no se siente a gusto en el espacio. En ocasiones, no sabe decir qué es lo que le dificulta continuar pero se marcha. En otras ocasiones sabe que tiene que ver con el terapeuta pero no se atreve a verbalizarlo y abandona dando otros motivos.
Te lo explicaré más ampliamente con un ejemplo:
El terapeuta X en su vida cotidiana no es capaz de dejarse sentir la tristeza o transitar el dolor que le produce una pérdida. Esto tiene que ver, obviamente, con su propia biografía y con una serie de mecanismos que desarrolló durante sus primeros años de vida para sobrevivir a lo que estaba sucediendo en su entorno más cercano.
A este terapeuta X, cuando algo le duele lo que suele hacer es enfadarse o ponerse a hacer muchas cosas, ambas maneras de evitar la tristeza. Pero el terapeuta X no es consciente de que se maneja así con la tristeza y el dolor, no sabe que tiene estos mecanismos establecidos. Y cómo es ciego ante ellos pueden operar en él.
Imaginemos que a este terapeuta X le llega un cliente en un proceso de duelo o tristeza, pongamos que acaba de separarse…
¿Qué hará este terapeuta?
Probablemente, evitar que la persona se sienta triste o se sumerja en el dolor. Interrumpirá la experiencia de su cliente sin, además, darse ninguna cuenta de ello.
¿Cómo lo hará?
De diversas maneras, puede que no deje al cliente llorar o que no le deja llorar más de ciertos minutos, puede que corra a abrazarlo por lástima. Puede que intervenga con frases del tipo “Si esa persona te ha dejado es que no era para ti”, “No sabe lo que se pierde”… O puede que no permita a la persona marcharse triste a su casa, por poner algunos ejemplos.
Lo que está haciendo este terapeuta, en realidad, es robarle a su cliente una experiencia de autorregulación sana.
Las emociones existen para algo. Y la tristeza está para ayudarnos a soltar, a despedirnos, para facilitarnos el proceso de aceptación de ciertos acontecimientos que nos suceden en la vida como la muerte de un ser querido, el final de una relación, un despido… Acompañar a un cliente a vivir su tristeza, sosteniéndole respetuosamente mientras tanto, es algo muy grande y sanador para el cliente.
Aunque claramente, un terapeuta no puede ofrecer a un cliente una experiencia que el mismo como persona, no es capaz de transitar en su vida cotidiana. Para hacer este tipo de acompañamiento el terapeuta ha de tener una cierta solidez, un bagaje, y algo de consciencia respeto cómo se maneja con sus emociones y con los asuntos que le acontecen en la vida.
Por eso no es suficiente que el terapeuta esté formado en una disciplina concreta y tenga buena intención para que el proceso resulte exitoso. Es necesario que reconozca y maneje los elementos propios que van a ir apareciendo en el espacio de terapia.
Si el terapeuta X adquiere consciencia, porque la consciencia es algo que se práctica, puede ver cómo le nacen intentos de abortar la experiencia de tristeza que su cliente está teniendo pero lo gestiona. Y lo hace así para no interrumpir el tránsito sagrado que el cliente está teniendo en ese momento, porque comprende la profundidad de dicha experiencia. Ese tránsito le va a permitir a dicho cliente, asentir a su realidad tal y como es ahora, soltar, obtener alguna comprensión, ponerse en paz internamente, abrirse a lo nuevo…
Los terapeutas necesitamos cuidarnos mucho ya que, desgraciadamente, cuando damos terapia, toda nuestra personalidad mecánica aparece. Cuando yo acompaño a otro se manifiesta mi propia manera de encarar la vida, de transitar los asuntos, de tomar decisiones, mi grado de evolución y mi propia ética.
Al cuidarme yo también cuido a los que acuden a mí
- Cuando proteges al cliente como si fuera un niño pequeño
- Cuando lo ves como ‘pobrecito’ y le tienes lástima
- Cuando lo ves como víctima
- Cuando lo quieres salvar
- Cuando lo juzgas
- Cuando lo criticas
- Cuando le aconsejas
- Cuando le impones algo
- Cuando el otro comienza a depender de ti
Si reconoces en ti alguna de estas alertas, no te hundas, eres humano y solo se trata de una limitación. La humildad tiene que ver con reconocer el propio poder y los propios límites. En lugar de culparte te invito a que te pongas en marcha para deshacerte de este límite acudiendo a una sesión de supervisión, tomando alguna cita de terapia individual para dicho asunto o realizando alguna formación adecuada.
¿Quieres formarte para manejar estas limitaciones?
¿Te gustaría saber llevar un proceso terapéutico desde la primera sesión hasta el cierre?
¿Sueñas con ganarte la vida como terapeuta pero no te animas a dar el paso?
¿Quieres consolidar tu clientela?
Te animo a formarte en
También te puede interesar asistir a alguna de las charlas que doy en las próximas semanas:
- Charla informativa Formación Relación Terapéutica: miér 13 sept 17h Anthemon, c/Aragón nº228, Bcn.
- Charla “¿Cómo tratar la Herida Materna a través de las esencias florales de Bach?”: miér 20 sept 19h Sedibac c/Valencia 459, Bcn.
- Charla “Herramientas para terapeutas”: miér 4 octubre 18h, Farmacia Coliseum, c/Balmes nº18, Bcn.
- harla “¿Cómo trabajar con el genograma en Terapia Floral?”: miér 11 octubre 19h, Sedibac c/Valencia 459, Bcn.